lunes, 14 de marzo de 2011

Las vacaciones de la Yoli

Tu sueño recurrente, Yoli, era claro. Manolo te nombraba reina de las manzaneras. El viejo organizaba una ceremonia especial para agasajarte. Él tenía un cetro de madera en la mano, parecido a un ancho de bastos con incrustaciones de piedras preciosas en la punta. Vos, te arrodillabas y él te tocaba, primero un hombro, después el otro y por último te daba un mazazo en la cabeza y con voz carrasposa te decía: “¿Qué querés, querés fama? Volvé a la villa negra hija de puta”; vos llorabas y te agarrabas la cabeza con vehemencia; gritabas al ver la sangre que te chorreaba por el rostro…

Ahí te despertabas toda sudada y te decías a vos misma: “Sólo fue un sueño, Yoli, solo eso. No te preocupes, algún día…”.

—Che, levantate que ya llegó la leche —te gritó, aquella mañana, el Chinchín del otro lado de la cortina que hacía las veces de puerta y separaba la habitación del sum (living-cocina-comedor-sala de reuniones).

Con dificultad fuiste hasta la cómoda, donde tenías una palangana llena de agua con restos de jabón y un espejo grande para mirarte. Te viste unas ojeras profundas, surcos te recorrían el rostro asemejándolo a un mapa, con restos de maquillaje del día anterior pintando valles, desiertos, ríos, lagos, toda una geografía compleja.

Recién ahí, te diste cuenta de lo extraño que te había perecido escuchar la voz de tu compañero, levantado tan temprano. “¿Qué hora es?” te preguntaste. Yoli, estabas toda despeinada y con el maquillaje corrido por la cara como un payaso. Lo que pasó fue que llegaste muerta a la madrugada y no tuviste tiempo de limpiarte la cara, había terminado tarde la reunión en el Consejo y fue muy difícil atravesar la custodia y llegar hasta la Chiche para entregarle, entre otras, la cartita de la Bety, que vos misma habías escrito —porque la Bety no sabe leer ni escribir— con una prosa improvisada y plebeya; la letra toda chueca como tus dientes, se desparramaba por los renglones de la hoja que le habías arrancado al cuaderno Rivadavia del Bebu. “Pobre Bety, tiene diez pibes pa’ alimentar, y encima, el más chiquito le nació enfermito”, pensaste, mientras te lavabas la cara, te cepillabas los dientes y hacías gárgaras con el agua que tenías en una botellita de plástico.

Mientras te peinabas te observabas detenidamente las raíces de los cabellos, que crecían oscuras en tu cuero cabelludo. “Tengo que volver a teñirme”. En ese momento, miraste de reojo la foto de “esa mujer” a un costado. Con el cepillo en la mano, le prendiste una velita a ella y a San Cayetano como todos los días, e intentaste imitar lo que hacía aquella mujer en la foto. Era una de sus más famosas, se la podía ver joven y linda, muy linda, con sus cabellos rubios, ondulados; se estaba cepillando el cabello como vos, Yoli. La foto irradia amor, una nostálgica inocencia en esos ojitos soñadores. “Qué mujer”, pensaste todo el tiempo que te llevó suspirar, unos segundos y nada más. “Tengo que estar radiante”, te dijiste luego. “¡Como la Su! Porque, en Chingolo, yo soy más famosa que Susana Giménez”. Te reíste sola y cruzaste de un salto la cortina.

—Che, Yoli, de nuevo mandaron unas medialunas más duras que una roca. ¿Qué se piensan, que somos animales? —te gritaba de nuevo el Chinchín.

—No me grités que estoy a tu lado —le contestaste, un poco ofuscada. No sabías si era por las medialunas duras o porque el Chinchín te estaba gritando, o por las dos cosas—. ¿Qué raro, vos, levantado tan temprano? ¡Va a llover, cagamos!

—Bueno, che no es pa’ tanto. ¿Qué tiene de malo? Al que madruga dios lo ayuda, ¿no?

Afuera, empezaron a ladrar tus perros y los de los vecinos. "Llegó la Bety", dijo el Chinchín. Golpeó despacito y entró encorvada, como si fuera muy alta y tuviera que agacharse para entrar, pero no es así, esa es su postura natural; algunos dicen que quedó así porque cargó a muchos pibes en brazos, a veces cargaba a dos o a tres a la vez. Como todas las mañanas, venía a ayudarte a preparar el matecocido con leche para los chicos del barrio. Detrás de ella avanzaba una chorrera de niños de todas las edades y tamaños, sus hijos.

—¡Buen día!, ¿se puede pasar? —dijo, pero ya había entrado. Estaba más inquieta que otras veces, le brillaban los ojitos, se moría de ganas de preguntarte, pero no se animaba a decirte nada sobre la carta.

—Pasá, Bety —le dijiste—. Tengo buenas noticias, ya le entregué tu carta a la señora; bah, se la dejé a su Secretario Privado que es lo mismo.

—¿Creés que la va a leer? Porque, viste cómo son acá, la Isabel me decía ayer que no me iban a dar pelota. Que se limpian el culo con los reclamos de la gente.

—Quedate tranqui, Bety, hay que tener paciencia en la vida —le dijiste a la Bety, chupando un mate, con el pucho y el encendedor en la otra mano—. Seguro que hoy por la mañana ya la tiene en su despacho y la está leyendo con mucha atención.

Luego, hicieron silencio y la Bety, con mucha humildad, puso una olla gigantesca llena de agua sobre la hornalla. Los chicos se sentaron en una mesa larga que había en medio del comedor. Todos tenían caras de dormidos, a uno de los más chiquitos le chorreaban los mocos y cada tanto se pasaba la manga de la camisa por la nariz, para limpiarse. Vos te acercaste despacito, sacaste un pañuelo descartable de tu bolsillo y le limpiaste los mocos al hijo de la Bety.

Una semana después, la Bety todavía no había recibido respuestas, pero a vos te citó Manolo en su despacho. Estabas asustada. “¿Qué querrá pedirme este viejo a mí?”, le dijiste al Chinchín en la cama, pero él no te contestó, ya estaba roncando, se había tomado dos botellas de vino con la cena.

Al otro día, llegaste temprano y te hicieron pasar al hall de entrada. Te habías pintarrajeado toda y te calzaste la mejor pilcha que tenías. Al final el viejo no te pudo atender: “Compromisos contraídos con anterioridad…”, te dijo una mujer que salió de una oficina, pero su Secretario te hizo pasar a un cuarto y te dijo que te habías ganado un premio, por tu trabajo en la villa y por la gente que llevabas a los actos: “¡La última vez trajiste dos micros repletos!”, y vos asentiste con la cabeza. El tipo sacó unos bauchers del bolsillo, estaban atados con una cintita celeste y blanca: “Son para el Complejo de Chapadmalal, está todo pago para dos personas”.

—Gracias —le dijiste y agregaste—, decile a Manolo que yo no vivo sólo de regalos, ¿qué pasó con el puesto que le pedí hace un mes?—y luego te salieron unas palabras que no eran tuyas—: “Porque tal vez mi más profundo sentimiento es el de la indignación ante la injusticia, yo he conseguido hacer mi trabajo de ayuda social sin caer en lo sentimental ni dejarme llevar por la sensiblería…que nadie se sienta menos de lo que es, recibiendo la ayuda que le presto. Que todos se vayan contentos sin tener que humillarse dándome las gracias…”.

El Secretario te miró desorientado, con cara rara. Al principio pensaste que el sol que entraba por la ventana de su oficina le estaba haciendo daño a los ojos, porque se los refregaba con fuerza y repetía a los gritos, como si hubiera visto a un fantasma:

—No puede ser, vos no sos ella, vos no sos…

Te diste media vuelta, lo dejaste hablando solo y te fuiste a la Estación a ver vidrieras. Después de caminar un rato, te compraste una bikini fucsia, “¡preciosa!”, que vendían a buen precio.

9 comentarios:

  1. Terrible cuento! crudisimo(cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia)muy bueno!

    Firma: Nikochera.

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  2. Gracias Nikochera, tenés razón, es que aveces la realidad y la ficción se cruzan!!!!
    Abrazo

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  3. Claro, por que mi dibujo no vale nada!

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  4. ari sabes que tu dibujo tambien es muy bueno, pero esta vez el fer se lleva todos los aplausos!

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  5. Para que sepas, el dibujo fue el disparador, sin dibujo no habia cuento, pero dale aplaudí a tu Fer, no vivo de aplausos...

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  6. Jaja! muy buena la discusión. Y me gustaron mucho ambos relato y dibujo, che! De verdad!!

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  7. Los Tenorio cumplen, Iván Dignifica!!!

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  8. Muy bueno, Hernán. ah!! y el dibujo también. Un saludo

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  9. Me gustó, me conmovió,un cachetazo de ficción que representa una realidad que pocos pueden reflejar. El dibujo bestial el vaolr agregado del texto.
    Gracias por compartirlo.

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